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El lujo de soñar

Actualizado: 30 ago 2021

Vivimos en un mundo demasiado práctico donde soñar se volvió un lujo, al punto que muchas veces personas que queremos nos cortan las alas por protegernos y no nos apoyan para poderlos cumplir. Eso me ha pasado en distintos momentos de mi vida, y no es que quiera culpar a los demás de mis fallas y de mis errores. Soy consciente de que más de una vez no estuve convencida de mis sueños o simplemente no fui lo suficientemente valiente para conseguirlos. Me he culpado por ejemplo, por no haber escogido la carrera que quería verdaderamente y por haberme dejado llevar por un consejo que me dieron que hoy veo como poco apropiado y sobre todo por querer complacer a alguien más con lo que pensaba que eran mis decisiones autónomas. Y aunque no existen los “hubiera”, me duele saber que no fui lo suficientemente valiente para perseguir lo que en ese momento me nacía y me dejé ganar del miedo.


Un comentario en un momento inadecuado puede hacer que cualquier chispita que se haya prendido en el alma, se apague y ya no haya la combustión necesaria para que vuelva a prender. Y los humanos que somos muy imprudentes vamos lanzando palabras sin discriminar el daño que podemos hacer pensando que hacemos el bien. Las palabras no escalabran en el sentido literal, pero sí se clavan profundamente en el alma si vienen de alguien importante convirtiéndose en temores que al final se vuelven asesinos de sueños.

La responsabilidad es solo mía; al final no me puedo excusar en mi inmadurez ni en mis temores. Culpar a las personas que no me apoyaron ya no tiene sentido; sin importar la razón por la que me hayan dado lo que hoy veo como un mal consejo o una imposición, soy la dueña de mi tiempo en este plano y depende de mí, llegar a donde quiero. Ya me perdoné casi del todo con mucho amor, entendiendo que las cosas fueron como fueron, así no hayan sido como me hubiese gustado.


Somos dueños de nuestra vida y somos libres de decidir qué queremos hacer con ella. Soñar es el combustible del alma y es lo que nos permite llegar a los lugares que a veces ni siquiera podemos dimensionar. No podemos permitir que nos roben el creer que lo imposible es posible si lo visualizamos y lo sentimos como realizado. Escuchándonos atentamente a nosotros mismos, somos los únicos que tenemos la verdad de nuestras almas y por experiencia propia, el valor del que muchas veces carecemos, está vivo y presente, pero no es una chispa sino una fogata que nada ni nadie puede apagar.


Siempre habrá quien nos llene de miedos, de privaciones, de negaciones y de consejos que irónicamente pedimos, pero no necesitamos realmente. Esas son las personas que no podemos detenernos a escuchar, porque nos están hablando desde su ego, sus miedos y sus privaciones o porque se creen los dueños de nosotros, sin serlo. Apoyémonos de personas que nos permitan ser, nos permitan volar y nos apoyen incondicionalmente, que nos ayuden a aterrizar nuestros planes y que nos ayuden a enfocarnos para llegar lo más cerquita a lo que nos nace.


Nadie tiene el derecho de decirnos qué hacer con nuestra vida, llámese padre, madre, maestro, terapeuta o pareja, y debemos hacer caso omiso de cualquier cosa que sintamos que no va con nuestra alma. Así que hoy sí les digo a esos que tratan de castrar los sueños ajenos, que conmigo no cuentan más, porque yo sí voy a apoyarme mis propios sueños y los ajenos aún más.


Si no te sientes apoyado/a/e, no dudes en escribirme y con mucho amor trataré de ayudarte a llegar lo más cerca del sol sin que se te quemen las alas.


Para D y Herr C: Sus sueños son los míos.


Imperitura.


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