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Foto del escritorImperitura

Perdón

Actualizado: 29 oct 2021

La semana pasada fue poco productiva para mí con respecto a mi blog y a mis redes sociales. Además de un virus (no el de moda) y todo lo que debo que hacer en mi día a día, sentí que no tuve ni un momento para sentarme, y simplemente respirar y ser.


La inspiración parece escasa algunos días y solo logro darle vueltas a los pensamientos que no me dejan en paz. Esos que se repiten con insistencia, como una canción pegajosa que no se puede olvidar y se tararea en un loop infinito, aunque sin gusto alguno.


Y también hay palabras rodando en mi cabeza, que no me abandonan y me llevan a muchos conceptos y pensamientos; una de ellas es el perdón.


Esta idea tan simple y compleja a la vez, da para conferencias de superación, tramas de libros, series y novelas, y hasta para religiones enteras basadas en esta corta pero importante palabra.


Yo lo concibo como una llave que abre un grillete que duele, librera y quita peso innecesario. Nos hace madurar, nos ayuda a crecer y nos permite revaluar. No es algo que se regala, pero sí se da cuando estamos listos.


Podemos decir que ya perdonamos y en realidad no lo hemos hecho de verdad, para vivir una vida llena de rencores y amarguras. Podemos hacerlo sin necesidad de expresarlo, y solo sentirlo en el cuerpo, sin tener que hablarlo con nadie.


Muchas veces decidimos pasar página, olvidar y no perdonar o al contrario, perdonar pero no olvidar.


No estoy segura de si todas las personas estamos en capacidad de perdonar. Se dice que hay ofensas que superan cualquier cosa y es imposible lograrlo. Hay dolores en el alma que no pasan con el tiempo y que por más que se hagan esfuerzos, no mejoran.


Si fuera tan fácil, no habría resentidos, ni venganzas ni culpabilidad. Se requiere de un trabajo y un esfuerzo que no siempre se logra. Y no es como decir “perdona, te hace bien”; simple decirlo sin tener la vivencia, simple pedirlo para no entender que los demás no estamos obligados a darlo.


Se dice con tanta ligereza, como quién pide un café, y al tiempo es tan poderoso. Se debe sentir para que sea real, pero se puede expresar sin sentirlo.


Es confuso, ¡lo sé! Y es tan sencillo de captar.

El concepto del perdón es algo que casi llega a obsesionarme porque no en todos los aspectos soy una persona noble o que pueda pasar página con facilidad. Es algo que entiendo que me debo regalar a mí misma, más que a los demás porque me entrega bienestar y me permite estar aquí y ahora.


Quiero ser una persona que no vive de rencores, ni de malos rollos con nadie. Que pueda tener el alma con el menor veneno posible, porque el único que sufre por no perdonar es uno mismo.


Tengo tanto que soltar y por más que quiero, todavía no soy capaz. Aún pienso en mi mejor amiga del colegio, “P”, que me traicionó como nadie a los 16 años. Y sigo enganchada con los traumas que me generó mi papá con su crianza autoritaria. Recuerdo a menudo como me sentí poco amada y no correspondida por una persona a la que amé profundamente. Sigo enganchada con una pelea que es irrelevante, pero aún me da cólera. Me frustra haberme dejado pasar por encima y no haber hecho nada por evitarlo. No soporto a mi suegra por sus intromisiones en la crianza de mi hijo. Me duele haberme sentido maltratada por palabras que no tienen ni pies ni cabeza. Y como no hablar de la culpa que me genera no haber tenido la fuerza para ir detrás de mis sueños por mi miedo al fracaso. Entre múltiples dramas que no dejo descansar ni mucho menos irse de mi vida.


Se habla tanto de soltar y pues sí, pero no nos explican cómo hacerlo. No nos enseñan a entender que cada situación es necesaria para nuestro aprendizaje y que si lo hiciéramos, ni siquiera tendríamos que perdonar. Todo ya estaría integrado.


Yo no sé si algún día voy a comprender y a lograr el perdón en muchos de los aspectos que me agobian. Lo único que tengo claro es que debo empezar por alguno y el más importante es el indulto a mí misma.


Solo con amor y comprensión a mi proceso, he logrado entender que cada paso en falso es parte del crecimiento de mi espíritu; he conseguido mi despertar porque he sido capaz de adentrarme en las sombras más oscuras de mi alma para liberarme de aquello que me ata y no me deja ser libre.


Espero con el tiempo poder llevar esta comprensión a mi proceso con los que me rodean y con las situaciones adversas que he vivido y que seguramente vendrán.


Hoy me regalo perdón y amor como un acto de valentía hacia mí.


Imperitura.


Foto de Irina Iriser en Pexels


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