Solo con el paso del tiempo en medio de la soledad, se logra el discernimiento para llegar al entendimiento. Y esa es la enseñanza principal de El Ermitaño, la carta que analizaré en esta entrada de “Tarot desde mi cristal”.
El tiempo es una lección que todavía nos cuesta entender a los humanos, que aunque es una fase evidente de la existencia en este plano, no siempre somos capaces de acompasarnos con él y entender que cada cosa tiene su ritmo y su momento.
El Ermitaño es un hombre mayor que ha vivido, posee la experiencia y además, ya alcanzó su realización espiritual; está dispuesto a compartir su sabiduría con quienes sean dignos de su conocimiento y se decidan a llevar un camino de silencio y soledad. Este trayecto es exclusivo para los que quieren encontrar su verdadera senda del alma.
En el significado más profundo, nos indica que debemos buscarnos a nosotros mismos sin influencias de los demás. Es una reconexión con el mundo interior, a la que no podemos llegar con ayuda de otros; esto implica un examen de consciencia donde debemos examinar nuestra vida y nuestras acciones. A través de la soledad y del silencio podremos escuchar la voz interna que nos habla desde lo profundo, dándonos las respuestas adecuadas.
Su sabiduría mística nos invita a reflexionar antes de actuar y a saber entender que los ciclos de la vida son inevitables, ya que luchar contra ellos es una pelea perdida. Regala paciencia, tranquilidad y serenidad ante los obstáculos que debemos vivir y para que sepamos soportar los contratiempos que se pueden presentar en la vida. Con el entendimiento pleno de que muchas veces tenemos que transitar nuestro camino solos y aprender a resolver las situaciones adversas no por medio de la fuerza, sino con sapiencia y prudencia.
Esta carta también puede hablar de estudios profundos, donde hay progresos intelectuales, emocionales y espirituales, que implican un compromiso férreo y a los cuales hay que dedicarles mucho tiempo.
La presencia de este arcano sugiere que hay que examinar con prudencia, detenimiento y atención las decisiones y las situaciones que debemos enfrentar. También indica que es el momento de tomar un tiempo personal, para tener una introspección, lejos del ruido que generan los demás. Este retiro puede ser un aislamiento físico o simplemente una búsqueda interior.
El Ermitaño es una invitación a saber esperar el tiempo ideal, a aceptar lo que nos es imposible cambiar, y sobre todo a tener la agudeza para realizar los cambios cuando es verdaderamente conveniente. En silencio y con atenta escucha de la voz interior, estaremos sincronizarnos con el propósito de nuestro destino.
Lo anterior no es necesariamente algo sencillo de ejecutar, por lo que con madurez y con humildad, habrá una comprensión profunda sobre lo que realmente se necesita en la vida propia.
Esta carta nos recuerda constantemente que el paso del tiempo es algo ineludible y que estamos sujetos a una existencia mortal. No somos eternos, por lo que debemos procurar que nuestro tránsito por esta vida sea significativo para los demás, pero más que nada sea trascendental para la propia evolución espiritual.
Cuando El Loco aprende la lección del Ermitaño, comprende que nada puede vivir fuera de su espacio, que todo es cambiante y que nada está realmente bajo su control, consigue madurar y entender que todo son ciclos, y que así como nacemos, también moriremos.
Imperitura.
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