Una lección muy importante para mí, ha sido aprender a que debo decir las cosas y no guardármelas innecesariamente, así como a callar cuando es prudente hacerlo.
No se trata de ir repartiendo “verdades” a dónde quiera que voy, y tampoco ir expresando lo que pienso en todo momento, sin medir el peso de mi voz. Hay un dicho que dice que “las palabras no escalabran”, aunque si creo que somos responsables de lo que decimos y sobre todo, cómo lo hacemos. Tampoco es callar cada pensamiento y sentir miedo de usar la voz ante la injusticia.
Creo que hay un compromiso implícito en la forma de expresar nuestros pensamientos y cómo los pueden percibir los demás; no nos podemos desligar de esto haciéndolos responsables de cómo entienden nuestras ideas y pensamientos. La comunicación verbal y no verbal es importante para la correcta recepción de las palabras, y evitarnos problemas que se solucionarían si tuviéramos más consciencia de lo que expresamos con la voz y con el cuerpo.
Sin miedo a equivocarme, todos hemos pecado de imprudencia y la lengua se nos ha ido bien larga en alguna ocasión, diciendo cosas de las que nos arrepentimos inmediatamente salen de nuestra boca.
El descontrol emocional es el causante de esto; sin saber gestionar las emociones correctamente, las palabras salen como verborrea que busca inconscientemente lastimar. Esta labia habla más de nosotros mismos que de la persona herida; revela nuestro interior de la forma más descarada y nuestras verdaderas intenciones.
Y desde el otro ángulo, lo que no se dice en el momento indicado es lo que nos persigue el resto de la vida. Más de una vez, hemos guardado silencio ante las injusticias que se han dado en nuestra presencia; nos hemos quedado en un estado de bloqueo infinito sin saber qué decir, pero con un nudo en la garganta que no deja que salgan las palabras. Por lo menos yo, he encontrado la respuesta correcta mucho después de un drama, y ya no sirve de nada. Esto también refleja un mal manejo emocional, en donde nos vemos bloqueados por los traumas que llevamos adentro y que todavía no hemos enfrentado, y mucho menos solucionado.
Al final, el valor de nuestra voz se relaciona con la emocionalidad; todo lo que no vaya bien con ella, nos obliga a gritar o nos quema por dentro por el mutismo al que nos sometemos. Cuando hay una correcta expresión de las emociones, nuestro lenguaje verbal y el no verbal están conectados y podemos ser más asertivos con las palabras, tanto para decirlas, como para callarlas. La correcta gestión emocional es algo que debe ser aprendido y puesto en práctica, para podernos comunicar mejor, ser mejores personas y al final, ser más felices.
No debemos olvidar que la mayoría de las opiniones no son pedidas y mucho menos aceptadas, y lo que hablamos no necesariamente corresponde a la realidad de los demás. Tampoco podemos olvidar que si buscamos manipular con ellas, solo estamos causando en los otros unas heridas que pueden ser muy difíciles de sanar. Así como debemos alzar nuestra voz ante las injusticias, o para dar una voz de aliento a quien lo necesite.
El día que comprendamos el valor que tiene la voz, seremos capaces de regalarle al mundo las mejores cosas de nuestra alma, expresándonos con amor al hablar y al callar.
"Honra tus palabras. Lo que sale de tu boca es lo que eres tú." de Los Cuatro Acuerdos.
Imperitura.
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¡Exacto! El valor que tiene la voz es algo maravilloso