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Las cartas de mi adolescencia: Parte 1

Actualizado: 20 jun 2022

Encontré entre mis cosas de adolescente, las cartas que recibía y algunos escritos personales que me llenaron de emocionalidad pura y fuerte. Me dio alegría, pena ajena y propia, melancolía (yo no me considero melancólica) y algo de rabia.


No diré mi edad, pero pasé por la adolescencia hace muchísimo tiempo; eso sí, les puedo decir que no me alcanzan los dedos de las manos para contar los años que han pasado desde que salí de esta horrorosa condición.


Y afortunadamente, solo queda el recuerdo de esa época. Cuando uno se encuentra en ese periodo de la vida, todo se percibe más grave de lo que es, hay más drama del que admitiría en mi existencia actual, las cosas se sienten muy fuerte y en especial, como si fueran a durar para siempre.


Menos mal que nada es eterno y hay un cambio constante; menos mal que ahora soy una adulta que algo ha aprendido de sus errores y aciertos; y menos mal que soy capaz de burlarme de mí misma, porque daba vergüenza.

Tengo mucho que expresar sobre esas cartas; definitivamente no todo tiempo pasado fue mejor.


Quiero empezar por el novio de esa época. ¿A mí que putas me estaba pasando? Imagino que todos tenemos que franquear un bache para comprender que merecemos cosas mejores. Mi relación con “JC” era lo que hoy se le llamaría tóxica: un desastre termonuclear con peces mutantes. Repito, ¿a mí que putas me estaba pasando?, porque mi yo actual lo desaprueba totalmente. Era la persona menos adecuada para mí: era mentiroso, sin personalidad, influenciable y se creía la última maravilla, teniendo en cuenta que su físico no era lo mejor de él. El aspecto nunca será lo más importante en una relación, pero tengo la fortuna de estar casada con una persona que no solo es un hombre maravilloso, sino que es guapo, guapísimo.


“JC” era ese tipo que quería salir con muchas mujeres, sin embargo, no era capaz de soltarme. Como dice un dicho “ni raja ni presta el hacha”. Y yo no aceptaba en ese momento que eso no podía ser amor, cuando era algo tan nocivo para mí. Estaba completamente desubicada, era muy inmadura.


Me dan ganas de abrazarme y al tiempo pegarme una cachetada por boba. En un escrito que encontré, recordé que una vez se inventó que se había ido con su familia a otra ciudad, sin embargo, estaba en la ciudad donde vivíamos; una de sus muchas mentiras, pudiendo ser honesto si no quería verme. En serio, ¿¿¿qué putas me pasaba??? Yo no era perfecta, no obstante si era muy inocente. Menos mal el tiempo transcurre y con él, aprendemos muchas veces a golpes lo que no es bueno para nosotros.


Estuve sin pensar en “JC” por años, y con ese escrito recordé que terminamos porque él se fue a vivir a otro país con su familia. Por mucho tiempo me insinuó que seguía sintiendo cosas por mí, sin embargo, él no me producía ya ni un bostezo, porque había conocido a alguien que era otro loco de mierda, pero muy guapo (con el que no salí por mucho tiempo, porque en él si noté con rapidez las red flags).


Para cerrar el tema de mi ex, vino a mi ciudad como 12 o 13 años después de cortar. Me invitó a un café para hablar, y me sale descaradamente con que nosotros si habíamos sentido amor verdadero, buscando no sé que tipo de respuesta en mí. A lo que yo le respondí con la verdad, que mi yo actual no tendría nada con él porque no era para nada mi estilo de hombre. Supongo que le dolió lo suficiente y le cayó como un balde de agua helada, ya que jamás me volvió a contactar; ni siquiera por redes sociales. Me parece fantástico, ya que aunque no lo trato en lo absoluto, probablemente sería una persona que no me caería bien en la actualidad.


Me siento patética y me da risa simultáneamente, por haber tenido despecho por él, alguien que tuvo más de lo que merecía y por más tiempo del que correspondía. Solo puedo agradecerle por irse de mi vida, porque “JC” fue un desacierto en toda la extensión de la palabra.


Este tema me dio para dos entradas; todavía quiero seguir dándole cuerda al asunto de las cartas, al final es un desahogo de esa adolescente que aún vive en mí. Y además no me gustan los post tan largos que se hacen eternos y dan la misma pereza que mi ex.


Los espero en la siguiente entrada.


Imperitura.



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