Todo aquello que tiene cimientos débiles ha de caer cuando se aproximan los cambios necesarios para encontrar el verdadero camino del alma. En este post de "Tarot sobre mi cristal", la Torre nos enseña que la zona de confort no ayuda a crecer, y que para evolucionar se necesita perder lo que ya no tiene lugar y se está convirtiendo en campo estéril donde no germina nada.
Cualquier situación de estancamiento va a ser desterrada cuando aparece esta carta; ella es la personificación del conflicto en todos los niveles personales, bien sean internos o externos. Las formas existentes, que no van más, deberán ser derrumbadas desde sus cimientos para construir sobre ellas nuevas estructuras firmes.
El arcano de la Torre causa imprevistos, movimientos bruscos, repentinos y poco agradables. Las transformaciones que nos regala esta carta son inesperadas y muy dramáticas. Siempre serán dolorosas, y sobre todo inevitables. Estará presente la crisis necesaria fomentando los cambios que necesita nuestra vida.
El mundo conocido finaliza y se abre a una nueva realidad. Bajo la mirada de la Torre, todas las cosas terminan, tanto las positivas, como las negativas.
A nivel personal, nos habla de una fuerza interna que viene del subconsciente y no puede ser reprimida por el consciente, porque pertenece al mundo de los instintos. Así que la Torre funciona como muralla defensora y de escondite para encubrir todo lo que no queremos mostrar a los demás sobre nosotros. Esta carta funciona como una prisión que encadena el monstruo interno, a la espera de salir en el momento menos indicado. También son las maneras sociales aceptadas, que ocultan con habilidad lo que se halla en nuestro interior, como los sentimientos o los pensamientos, representando los engaños, las mentiras y los falsos valores, que no son propios del ser, sino que son impuestos por los demás. Pero todo lo que se quiere ocultar termina saliendo a la luz tarde o temprano. Hay que tener cuidado con aquello que escondemos, porque cuando sea revelado mostrará a los demás quiénes somos en realidad.
Es por eso que estas estructuras externas o internas, se ponen a prueba, cayéndose o resquebrajándose, para poder mostrar el verdadero propósito. Quedando las defensas abajo, desapareciendo las partes que ya no tienen sentido y rescatando todas aquellas que merecen permanecer con nosotros. No niego que es doloroso, pero también necesario, porque no es posible resistirse a estas transformaciones, ya que son parte esencial de nuestro paso por este plano.
La Torre siempre caerá, por lo tanto, es importante como asumimos la metamorfosis que viene con ella. La actitud con la que veamos las nuevas situaciones, para no hacer de todo esto un proceso doloroso en su totalidad, sino con entendiendo que después de la tormenta viene la calma, y así adentrarnos en un periodo de creación.
Al ser honestos con nosotros mismos, podemos romper con las ataduras, por vivir vidas falsas o imágenes personales equivocadas, y adentrarnos en una nueva aventura que nos ayudará a crecer y a madurar. El despertar a la realidad nos libera para poder construir cimientos reales y adecuados a nuestra alma.
Al recordar que la fortaleza y la seguridad viene de nosotros mismos, del verdadero ser, así que lo que no tiene cabida, debe ser desterrado, y así darse paso a vivir una vida real, sin las falsas estructuras que no nos permiten realizar el propósito para el cual vinimos. El Loco suelta sus cadenas y deja de ser un esclavo, de los demás y de sí mismo, pudiendo adentrarse en un nuevo mundo en donde soñar y concretar, está permitido, siempre y cuando sea leal a su verdadero yo.
Imperitura.
Foto de Fuzail Ahmad en Pexels
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