Viajar me ha dado más de lo que puedo sintetizar en este post. Cada vez que salgo de mi zona de confort, me reencuentro y me logro reconocer de una nueva forma. Un sitio novedoso siempre saca algo desconocido en mí.
Cuando conozco algún lugar nuevo, soy invisible, todo fluye, nada es imposible. Soy capaz de lograr lo que me proponga, me siento valiente y segura de mí. Olvido mis propias convenciones para poder aprender de los locales.
Algo que me encanta de viajar es el hecho de no conocer a nadie; me da una sensación de libertad que no siento en mi vida cotidiana, porque es fácil perderse en la cultura en la que vivimos inmersos. Pero al ser una desconocida, no puedo sentirme agobiada por lo que puedan pensar de mí personas que no saben quién soy.
A veces me planteo cómo sería siendo nómada, pero sé que no puedo vivir una vida totalmente así; todavía no estoy preparada y tal vez nunca lo esté, porque me gusta la tranquilidad de lo seguro. Sigo muy atada a algunas cosas materiales de las que aún no me quiero despegar, pero mientras pueda tener los momentos de libertad que me da viajar, sé que mi back pack me espera para abrazar mi espalda y recorrer kilómetros conmigo.
Entiendo que hay personas que viajan con el plan de tomarse fotos en paisajes maravillosos para sus redes sociales y no estoy en contra de eso, cada cual vive su vida como mejor le parece; llevan toneladas de ropa para lucir un outfit diferente y a la moda. Son estilos de viajar, pero no son lo mío. Me gusta salir con back pack, siendo consciente de mi equipaje, de mi peso, llevando lo estrictamente necesario, porque así me he dado cuenta de que me sobra mucho de lo que tengo y para ser feliz, no se depende de ciertas cosas materiales.
Esto me lleva a pensar que una parte de mí, quisiera soltar lo innecesario y accesorio de la vida, para llegar a vivir con lo imprescindible en una sola maleta. Simplemente, andar ligera de objetos y de mente, y poderme dedicar a coleccionar lugares, olores y memorias de sitios novedosos y maravillosos.
Mi vida está completa como es y soy muy feliz. Aunque debo admitir que me siento con el alma llena cuando tengo la oportunidad de conocer nuevas culturas. El pisar sitios por primera vez, y recorrer de forma observadora y consciente cada paraje, para ir descubriendo sus espacios con la curiosidad de una niña. Aunque el cielo parece igual en todos lados, siempre tendremos la oportunidad de ver distintos amaneceres y atardeceres en cada paisaje nuevo que conocemos. Y en mi opinión, esto es la vida.
Sé que todo el conocimiento se encuentra en los libros, no tengo duda alguna; ellos nos permiten viajar sin tener que desplazarnos, aunque únicamente estando presente en cada paisaje, se puede disfrutar con los cinco sentidos de un nuevo sitio, de su cultura y de todo lo que tiene para ofrecer.
Así sea en tren, avión, carro, a pie o como sea, no debemos perder la oportunidad de disfrutar y de conocernos en otros ámbitos. Viajar nos da autoconocimiento por medio de la exploración del entorno; nos pone a prueba y nos enseña sobre nosotros mirando a los demás.
Viajen cuando sea posible, es el mejor autorregalo que se pueden dar. Nadie nos quita lo bailado, lo comido y mucho menos lo viajado. El mundo es un lugar muy lindo que merece ser descubierto, admirado y valorado.
Imperitura.
Foto de Tima Miroshnichenko en Pexels
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